Otra hormona que se encuentra vinculada con la obesidad es la prolactina (PRL).
Se ha reportado que la hiperprolactinemia (hiperPRL) puede estar asociada con una elevada prevalencia en la obesidad, esto se ha observado en pacientes con tumores de la hipófisis; se presenta de manera independiente a las consecuencias que el tumor ejerza sobre el hipotálamo o la hipófisis.
Además, el 70% de estos pacientes disminuyeron su peso corporal cuando los niveles de PRL se normalizaron. Una explicación del por qué la hiperPRL está asociada con la obesidad, puede deberse a que un incremento en los niveles de PRL induce la expresión del neuropéptido y (NPY) en el núcleo hipotalámico dorsomedial, lo que conlleva a la hiperfagia, esto debido a la estimulación que causa este péptido para incrementar la sensación de hambre.
Por lo tanto, individuos con niveles altos de PRL tienden a consumir más alimento.
Cabe mencionar que la misma obesidad parece también incrementar los niveles de PRL.
Por ejemplo, en un estudio se reportó que ratones de laboratorio obesos tenían niveles de PRL en sangre hasta un 300% por arriba de los ratones no obesos. Se mostró que la restricción calórica que los hacía reducir el peso corporal, retornaba los niveles de PRL a un nivel normal.
Si esos mismos ratones consumían alimento, su peso volvía a incrementar junto con niveles anormales de PRL.
En pacientes con cáncer prostático, los niveles de prolactina en sangre son mayores al compararse con personas de la misma edad sanas.
Si bien esta glándula depende de concentraciones fisiológicas normales de PRL, puede producirla en su epitelio secretor o recibirla del tejido adiposo, lo cual se incrementa significativamente con la obesidad.
El aumento en los niveles de PRL en sangre parece influenciar, principalmente, las primeras etapas del desarrollo de cáncer prostático.
Adicionalmente, se ha mostrado que la PRL induce hiperinsulinemia y resistencia a la insulina.
Esta última es considerada como factor de riesgo para el síndrome metabólico. Algunos estudios indican que la PRL puede ser un factor predictivo en la progresión del síndrome metabólico, el cual favorece la incidencia y la mortalidad en pacientes con carcinoma hepatocelular.
INFLAMACIÓN CRÓNICA INDUCIDA POR LA OBESIDAD Y
SU REPERCUSIÓN EN EL CÁNCER
Se ha vinculado a la obesidad con un estado inflamatorio subclínico y crónico, el cual se presenta como consecuencia del incremento de tejido adiposo.
Una posible explicación obedece a que el tejido adiposo secreta citocinas tales como el factor de necrosis tumoral (TNFα) y diversas interleucinas (IL-1, IL-6, IL-18) y quimiocinas. Estas últimas son un grupo de proteínas de bajo peso molecular, que son secretadas también por células del sistema inmune (linfocitos, monocitos y macrófagos) y actúan en procesos inflamatorios.
Por lo tanto, es de esperar que las personas obesas presenten con mayor frecuencia un estado inflamatorio crónico en un bajo grado, el cual también ha sido asociado como un factor de riesgo del desarrollo de cáncer.
Al respecto, existen reportes que señalan que los procesos inflamatorios crónicos aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de colon, hígado, vejiga y próstata.
El estado inflamatorio crónico promueve los procesos carcinogénicos, estimula el crecimiento de las células tumorales y facilita la inestabilidad de su genoma, favoreciendo así la progresión y la diseminación del tumor.
La secreción de moléculas proinflamatorias por los adipocitos favorece la proliferación celular y atrae células del sistema inmune como macrófagos y linfocitos que, a su vez, también secretan estas moléculas inflamatorias.
Así, el tejido adiposo en las personas obesas se encuentra con una elevada infiltración de macrófagos que poseen un papel primordial en las vías inflamatorias asociadas a la obesidad. Además, estas células alteran la diferenciación, la proliferación y el metabolismo de las células adiposas, y su acumulación también ha sido asociada con la resistencia a la insulina.
El TNFα, la IL-6 y otras citocinas proinflamatorias promueven la activación del factor nuclear Kappa B (NFκB), que es un factor de transcripción que regula genes implicados en inflamación, estrés, proliferación y la supervivencia celular, entre otros procesos.
En células cancerosas a menudo se encuentra sobre activado y su alta expresión está correlacionada con los cánceres de tipo agresivo y de mal pronóstico. En células no estimuladas el NF-κB se encuentra inactivo en el citosol asociado a proteínas inhibitorias; sin embargo, diversos factores como las radiaciones ultravioleta, citocinas, TNFα, interleucinas, especies reactivas de oxígeno (ERO) y radicales libres favorecen la activación de NF-κB y su translocación al núcleo, desencadenando todas sus funciones proinflamatorias a través de la secreción de moléculas como citocinas y quimiocinas que, a su vez, atraen a células del sistema inmune, sosteniendo así el estado inflamatorio crónico.
El estado inflamatorio crónico, marcado por la alta producción de citocinas, contribuye en gran medida a la generación de radicales libres. Algunos estudios indican una relación estrecha entre el estrés oxidativo y el desarrollo de diversos tipos de cánceres, entre ellos el de páncreas, vesícula, mama, cérvix, endometrio, ovario, recto y próstata.
De manera general se considera que el desbalance que existe cuando el número de radicales libres excede el de moléculas antioxidantes se conoce como estrés oxidativo, y como resultado el ADN se daña dando origen a la aparición de mutaciones, inestabilidad genómica de la célula y al consecuente desarrollo del proceso maligno.
En la obesidad, por lo general, se presenta un estado alterado de hiperglucemia que puede desencadenar un estrés oxidativo debido a la oxidación de la glucosa, favoreciendo con esto a la formación de tumores.
La acumulación de grasa está correlacionada con el estrés oxidativo sistémico tanto en humanos y en modelos animales.
Esto indica que el estrés oxidativo es un catalizador para las enfermedades asociadas a la obesidad. Los radicales libres han sido vinculados en el desarrollo de diversos tipos de cáncer, pues son moléculas altamente reactivas capaces de dañar a proteínas, lípidos y el ADN de la célula a través de mecanismos de oxidación.
Existe una estrecha relación entre la obesidad y sus consecuencias endocrinas y metabólicas, las cuales, en conjunto, favorecen el proceso proliferativo o inflamatorio que conlleva a un elevado estrés oxidativo y desarrollo de cáncer.